miércoles, 31 de octubre de 2012

Entre Fantasmas

Las vueltas que da la vida. Cuando era un niño me enseñaron a no coger caramelos de adultos desconocidos… y hoy siendo adulto, me piden caramelos niños desconocidos… Será cierta esa pregunta que hoy me ha hecho un contemporáneo mío de “¿recuerdas cuando íbamos de pequeños de casa en casa diciendo lo de truco o trato? Pues yo tampoco” por lo que no entiendo ni me explico por qué una ciudad como Sevilla se llena esta noche de fantasmas y otros seres similares, si mi Sevilla está llena de fantasmas todo el año, aunque eso sí, sin sábana y cadenas como van esta noche.

No es que me moleste mucho que hordas de pequeños monstruitos llamen a mi puerta repitiendo una fórmula ajena a ellos, sin saber lo que significa y la tétrica y estúpida tradición que representa, de los yanquis más imbéciles que se dedicaban a las cazas de brujas, lo que me molesta es que esos niños hoy adulen la ignorancia de los mayores que los educan (o no), mientras mueren tradiciones nuestras condenadas al ostracismo por el simple hecho de ser tradiciones de aquí.

Tampoco seré yo el que hoy haga un brindis al culto a los muertos o a la muerte, pues con ver el paso del Triunfo de la Santa Cruz un ratito el Sábado Santo tengo bastante, pero sólo basta con asomarnos a los ojos de nuestros mayores para saber lo que este día 1 de noviembre representa y significa. La mayoría de  mis 1 de noviembre los he pasado en mi querida Alcalá y me recuerdan a tormenta, a brasero de picón bajo la mesa camilla con aromas a alhucemas, a castañas asadas, huesos de santos y por supuesto, a un tal Don Juan intentando conquistar a una monja que se dejaba querer más de lo recomendado por su hábitos, preludio todo ello de la visita al día siguiente a honrar la memoria de los que se marcharon, recordar quienes fueron; su vida y su obra particular, ayudándome a comprender un poco mejor quién soy, de dónde vengo y los apellidos que me tocan defender en esta vida. Lecciones de vida resumidas en un nombre insertado en una fría loza de mármol; mis abuelos que se han ido, tíos-abuelos, bisabuelos e incluso primos a los que la salud no les acompañaron; en definitiva, nuestra Historia más inmediata.

Agradezco a mi familia esas lecciones que hoy comprendo mejor que antes y me compadezco de esos pequeños fantasmas y seres del terror que ni saben lo que hacen, ni aprenderán quienes son, condenados a seguir viviendo una tradición forastera, condenados a pasarla la noche entre fantasmas.

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